viernes, 28 de agosto de 2009

El paso de niña a mujer en Grecia

Siempre se habla de ritos de adolescencia en cuanto a los niños, pero ¿qué hay de las niñas? Existen varias fuentes en las que se alude a ciertos ritos encaminados a marcar la transición de niña a mujer en la Antigua Grecia. Una de ellas es la comedia Lisístrata, de Aristófanes, datada a finales del siglo V a.C. El breve texto dice así:

“Apenas tuve siete años, llevé las vasijas en procesión, después, a los diez, molía el trigo para nuestra superiora. Pronto, después, envuelta en la túnica azafranada, fui osa en las fiestas Brauronias, y al fin, con un collar de higos secos, convertida en una hermosa muchacha, llegué a portar las canastas de la diosa en el desfile”

La mayoría de los rituales de los que tenemos constancia son de iniciación, es decir, ceremonias que las jóvenes debían realizar para pertenecer a un colectivo y determinar su posición dentro de él. Se distinguen siempre tres fases:

- Se separa a la niña de su familia y su contexto cotidiano
- Se la lleva a un lugar alejado de su comunidad
- Una vez completada la educación y celebrados los rituales, la muchacha es una mujer y es devuelta a la sociedad, donde desempeñará su nuevo papel.

Por lo visto, este tipo de rituales sólo se llevaban a cabo en las familias de clase alta, la aristocracia, que eran las únicas que podían permitirse esta educación. Las familias modestas se conformaban con entregar ofrendas y realizar oraciones.

Los rituales no eran tan majestuosos como los masculinos y su objetivo era preparar a la mujer para su papel de esposa y reproductora, único estino posible. Generalmente, los rituales de las mujeres se marcaban por sus ciclos biológicos, así, la iniciación debía llevarse a cabo justo antes de la primera menstruación.

Estos rituales se desarrollaban bajo la protección de Ártemis y se explican mediante un mito que los unifica y les da sentido- Agamenón, rey de Micenas, salió a cazar y al acertar a un ciervo, se jactó de que era mejor cazador que Ártemis. La diosa se ofendió y provocó una calma en el mar, de manera que la flota de los aqueos, bajo el mando de Agamenón, no pudo zarpar hacia Troya. Tras consultar a un oráculo, se determinó que la única manera de que soplara el viento era sacrificar a Ifigenia, hija del rey. En el momento de matarla, Ártemis se compadeció de ella y la sustituyó por un ciervo. Según las versiones, el ciervo cambia por un fantasma, una imagen de cera o una osa. Ésta última ampara los rituales que se habían cada cuatro años en Braurón, lugar donde se creía que había tenido lugar el sacrificio. En ese mismo sitio, se ha encontrado un templo dedicado a Ártemis.

Las niñas entre cinco y diez años pasaban una temporada en el santuario de Ártemis para aprender los misterios de la diosa. Frente al altar presidido por una palmera, árbol bajo el cual nació la diosa, las niñas vestidas con túnicas color azafrán bailaban imitando a los osos, hacían ofrendas y sacrificaban cabras, representando la muerte simbólica de la etapa infantil. Después, las jóvenes volvían a sus casas para elegir un esposo y ser madres siempre bajo la protección de Ártemis.

Otro rito iniciático es el de las aves de Estínfalo. La leyenda dice que Euristeo mandó a Hércules a Estínfalo, en Arcadia, para que hiciera huir a los pájaros que había en los alrededores de un lado. Para esto, Atenea le dio unas castañuelas de bronce con las que espantar a las aves. Pausanias habla de un templo de Ártemis en Estínfalo, en el que había un techo pensado para que los pájaros se posasen en él; además había estatuas de muchachas con patas de pájaro en vez de piernas. Cada cierto tiempo, chicas y chicos se reunían. Ellas cantaban y bailaban como pájaros y ellos imitaban a los lobos que las acechaban.

En Esparta también se celebraban estos mitos aunque incluían un adiestramiento físico encaminado a que engendraran niños fuertes para ser guerreros. Los mitos para estos rituales se basaban en las guerras con Mesenia, en el momento en el que un grupo de soldados mesenios entraron en el templo de Ártemis en el momento en que se celecraba un ritual de iniciación y se unieron a ellas. Precisamente en Esparta se encontró una inscripción muy significativa: una niña consagra a Ártemis su tympanon (pandereta), su pelota y sus ornamentos para el pelo. Ya no los necesitaría.

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