miércoles, 26 de mayo de 2010

La diversión en la Antigua Grecia

Para darnos un respiro entre datos históricos y fechas, hoy vamos a ver en qué se entretenían los antiguos griegos en sus ratos de ocio. No tenemos demasiados datos aunque mediante la observación de los motivos de las cerámicas y algunos objetos hallados en excavaciones algo se puede dilucidar a este respecto. Las tumbas de niños han sido relevantes a la hora de conocer los juguetes con los que disponían, así como los altares de los dioses a los que los niños ofrendaban sus juguetes cuando llegaban a la edad adulta.

En cuanto a los juguetes para bebés, se han encontrado campanitas y biberones con formas de animales. Para niños más mayores hay peonzas, aros, cometas, carretes (nuestros yo-yós)y muñecas de terracota o madera, algunas incluso con miembros articulados. También se sabe de un juego llamado ephedrismos que consistía en golpear a distancia un objeto clavado en el suelo. El que perdía debía llevar sobre los hombros al ganador, quien le tapaba los ojos mientras un tercero le daba indicaciones verbales para llegar a determinado sitio. Los adultos tenían juegos como los dados, y también se han encontrado tableros y fichas de los que se desconocen las reglas.

Al margen de las actividades lúdicas, otro modo de entretenimiento que tenían los griegos era acudir a los baños, donde además de llevar a cabo la higiene personal, se reunían con otros ciudadanos para charlar. También acostumbraban a dar largos paseos por las stoas, pórticos largos decorados con frescos y mosaicos en los que debatían sobre política y filosofía.

La música y el teatro eran también los actividades de las que gozaban los ciudadanos libres de Grecia. Al teatro estaba permitida la entrada de todas las clases sociales, e incluso se cree que habia subvenciones especiales para ciudadanos con poco nivel adquisitivo. A esto hay que añadir también los eventos deportivos.

Cabe la posibilidad de preguntarnos cómo era que gozaban de tanto tiempo libre y la respuesta es muy sencilla. En la civilización griega, los trabajos manuales y artesanos no estaban bien vistos, así que eran los metecos y los esclavos quienes se encargaban de todo esto. Mientras tanto, los ciudadanos libres podían dedicarse a cultivar la mente y el espíritu.

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lunes, 24 de mayo de 2010

La Dama de Elche

Quizá no voy a hacer un artículo demasiado original dado todo lo que hay escrito sobre esta escultura íbera, pero aún así, dada su importancia, quiero dedicarle un espacio en el blog puesto que representa a una de las muchas culturas que habitaron la Península Ibérica y por lo tanto, es parte de nuestra herencia, en mayor o menor medida. Se trata de un busto íbero datado entre los siglos V y VI a.C., que mide unos 56 centímetros y que cuenta en su parte trasera con una cavidad que se cree servía para depositar algún tipo de ofrendas, por lo que se ha barajado la posibilidad de que no fuese la representación de una dama sino de una diosa infernal (¿Tanit? ¿Astarté?), aunque otra opción es que ese hueco servía para depositar cenizas de un difunto, por lo que la escultura sería una urna funeraria.

La zona en la que fue encontrada constituyó un poblado íbero llamado Helike (en griego) y que posteriormente sería renombrado como Illici Augusta Colonia Julia por los romanos. Más tarde, los árabes tomarían el nombre Illici y lo derivarían en Elche. Actualmente, la pieza constituye uno de los tesoros del Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Está situada en el centro de una sala no demasiado grande (al menos cuando yo la ví la última vez), de modo que se puede rodear y contemplar en su totalidad.

La mayor importancia de la escultura es que podemos ver en ella un atuendo típicamente ibérico, seguramente el que llevaban las mujeres de clase alta. Además, conserva restos de los colores originales, lo que desmonta la teoría de que esta escultura es un fraude llevado a cabo en el siglo XIX. En esa época, a ningún artesano se le habría ocurrido colorear una escultura "clásica". Lleva una túnica azul y una mantilla rojiza sujeta con una peineta. Encima de esta túnica azul llevaba un manto grueso de tonos color tierra. Los labios están pintados y el rostro conserva el color original de la piedra caliza en la que está tallada la figura, caliza naranja. Las llamativas ruedas que cubren sus orejas están sostenidas por la diadema que lleva en la frente y es una pieza de joyería típica de esta cultura, según la descripción que Artemidoro nos da en una de sus obras. Además, lleva numerosos collares y colgantes con pequeñas figuritas que se cree son copias de piezas fabricadas en Jonia y que pasaron después a Etruria. Es de destacar que a pesar de que vestimenta, tocado y joyas poseen un estilo íbero, el rostro sigue modelos griegos.

La zona en la que apareció la escultura ha permitido el descubrimiento de un poblado íbero-púnico, sobre el que posteriormente se edificaron casas romanas de las que aún se conservan mosaicos y hasta el alcantarillado. Por encima de los restos romanos, se hallaron los de una basílica cristiana datada en el siglo V d.C.

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miércoles, 19 de mayo de 2010

Ampurias

Hace un par de semanas he visitado la colonia griega de Ampurias así que he decidido escribir un artículo sobre la historia de esta ciudad. El nombre de Ampurias deriva del griego Εμπόριον, que significa "mercado" o "almacén comercial". Su importancia le viene por ser la primera colonia griega y romana de la Península Ibérica, una puerta de entrada no sólo de productos de consumo sino de toda una cultura que poco a poco fue introduciéndose entre los pueblos indígenas. Fue fundada en el año 575 a.C. por un grupo de foceos que la establecieron como enclave comercial para la zona occidental del Mediterráneo.

Cuando los griegos llegaron a la bahía de Rosas, encontraron allí a un pueblo indígena, los indiketes, que estaban a medias entre el Bronce Final y la I Edad de Hierro y tenían una economía basada en la agricultura y una ganadería de subsistencia. Los indiketes serían de los primeros pobladores en comerciar con los griegos.

Cuando los foceos arribaron a la costa, tenían un interés simplemente comercial. En un primer momento, no pretendían colonizar, así que desde el primer momento se dedicaron al intercambio de productos con gentes de la zona, que estimularon su producción de bienes de consumo para poder obtener lo que les ofrecían los griegos, especialmente el vino. Unos 25 años más tarde, lo que en principio era un puerto comercial se extendió un poco más hacia el interior, según nos cuenta Estrabón en su Geografía. De esta manera, pronto comenzaron a convivir griegos e indiketes. La población de la ciudad aumentó considerablemente cuando los foceos se vieron hostigados primero por los persas y después por los cartagineses, y buscaron refugio en Ampurias.

A partir de este momento, la ciudad vivió un gran esplendor durante el siglo V a.C., convirtiéndose en un punto clave del comercio mediterráneo. Los acuerdos políticos y comerciales que es establecieron con los indiketes favorecieron tanto a éstos como a los griegos, por lo que la zona siguió creciendo. Un siglo más tarde, empezarán a acuñarse monedas de tipo griego. Con el comienzo de las Guerras Púnicas, Ampurias se declaró aliada de Roma, favoreciendo así la llegada de los primeros romanos a la ciudad, que en principio serían soldados.

Ampurias nunca fue sumisa a la República Romana sino que existía una relación de igualdad, tal como nos cuenta Tito Livio en Ab Urbe Condita Los romanos se establecieron fuera de los límites de la ciudad griega, ocupando una zona tierra adentro y rodeándose con una muralla. Aún así, poco a poco los habitantes de la ciudad griega se fueron romanizando por el contacto hasta que durante el mandato de Augusto se concedió la ciudadanía romana a los habitantes griegos, pasando a ser considerada Ampurias una misma unidad, aunque en origen fuesen dos zonas diferentes. Indika, la ciudad de los indígenas, siempre permaneció independiente de la ciudad grecorromana.

El declive de Ampurias comenzó cuando se vio ensombrecida por las colonias próximas de Tarraco (Tarragona) y Barcino (Barcelona). En el siglo I d.C. la ciudad empieza a ser abandonada y algunos edificios comienzan a derrumbarse, aunque la parte romana de la ciudad conservó cierta importancia hasta la invasión normanda del siglo IX.

Es muy recomendable la visita a las ruinas. La visita está estimada en una hora y media pero mis acompañantes y yo estuvimos allí casi tres horas, aprovechando el buen tiempo y que apenas había gente. También es imprescindible echar una ojeada al Museo, que aunque pueda decepcionar por el escaso número de piezas expuestas, sí es cierto que es una selección muy acertada.

Esperamos que en los próximos años se hagan más descubrimientos acerca de Ampurias, especialmente de la parte romana, pues por lo que pude comprobar, todavía queda por excavar más de la mitad de la superficie que se estima que ocupó la ciudad. Habrá que estar pendiente.

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