jueves, 17 de diciembre de 2009

Las vestales

Las vestales eran el conjunto de sacerdotisas dedicadas al culto de Vesta en Roma. Su peculiaridad consiste en que eran sacerdotisas públicas y que formaban un cuerpo religioso integrado por mujeres, cuando lo normal es que fueran hombres los encargados del culto a los dioses. Su mayor responsabilidad residía en vigilar el fuego sagrado de Vesta, situado en su templo en el Foro Romano. Se dice que las vestales cuidaban del fuego de la ciudad desde los tiempos de la Monarquía, y que incluso la madre de Rómulo y Remo fue una vestal.

Vesta es una diosa romana de orígenes antiguos, asociada al fuego del hogar. Su culto fue introducido en Roma por Rómulo, según la mayoría de los autores, aunque hay ciertas dudas ya que el templo (redondo como las primitivas cabañas del Lacio) se encuentra fuera del área del Foro Romano, que es donde se sitúa la ciudad fundada por Rómulo. Sabemos del arcaicismo de esta diosa porque el animal que se le asociaba es el asno, animal mediterráneo por excelencia, en lugar del caballo, animal representativo indoeuropeo. El día de las Vestalia se coronaba a los asnos con flores y no se les obligaba a trabajar; se hacía por una leyenda según la cual un asno había protegido a Vesta de los ardores amorosos de Príapo, aunque se cree que es un mito tardío y artificial.

Las vestales eran escogidas durante su infancia; debían ser vírgenes y hermosas, y provenir de padres reconocidos. Desde el momento en que pasaban a formar parte del templo, se consideraba que ya no dependían de su familia. Pero el servicio a Vesta no era para toda la vida. Cuando una vestal cumplía treinta años en el templo (diez años de instrucción, diez de servicio y diez de instrucción), eran libres para casarse si querían, aunque lo normal era que eligieran permanecer célibes y en el templo. La condición de la virginidad venía de los tiempos de los poblados antiguos, cuando eran las muchachas jóvenes y solteras las encargadas de vigilar el fuego sagrado, ya que no tenían familia ni tareas hogareñas que atender.

La vestimenta también identificaba a las vestales. Las tunicas que utilizaban eran de lino blanco y estaban adornadas con una orla de púrpura. Dentro de los distintivos que llevaban encontramos uno de suma importancia, la vitta. Era comúnmente utilizada como adorno por las mujeres pero en el caso de las vestales identificaba su posición sagrada en la sociedad. Es por esto que lo primero que se le hacía a una Vestal que rompía sus votos era el despojarla de esta vitta.

Las vestales gozaban de ciertos privilegios, como el de poder disponer de todas sus posesiones e incluso podían hacer testamento, aunque su padre o cualquier otro varón de la familia aún estuviese vivo. Además, podían absolver a un condenado a muerte, siempre que se lo encontraran de forma casual cuando era llevado hacia su condena. Siempre eran escoltadas por lictores y en obras de teatro y otros espectáculos, gozaban de los mejores sitios. Además, solían ser invitadas a los banquetes más suntuosos de la ciudad.

Por contra, tenían algunas prohibiciones y responsabilidades por las que podían ser duramente castigadas. Lo más importante de todo era que no se apagase el fuego del templo. Si esto ocurría, el Senado se reunía y hablaban sobre las causas y las consecuencias del hecho; después el fuego volvía a encenderse. La vestal que había estado de guardia cuando la llama se había apagado era azotada.

El segundo tabú de las vestales era obviamente la virginidad, y perderla se consideraba un acto mucho peor que el dejar que la llama se apagase. Los castigos iban desde la lapidación hasta la decapitación o el enterramiento en vida, aunque sólo se tiene constancia de una veintena de casos en los que hubo que recurrir a ellos.

La fiesta más importante del año eran las Vestalia, celebradas entre el 7 y el 15 de junio. Era una fiesta dedicada especialmente a las mujeres que eran madres, ya que vesta era la diosa del hogar, la familia y la pureza; además, era la única época del año en la que el público podía entrar al templo. Había varias procesiones por la ciudad en las que se paseaban estatuas de la diosa.

Algunas vestales famosas fueron Rhea Silvia, la madre de Rómulo y Remo, quien obviamente rompió sus votos de castidad; Tarpeia, quien traicionó a Roma y fue arrojada desde la roca que luego adquirió su nombre; o Julia Aquilia Severa, que rompió sus votos casándose con el emperador Elagabalus, y que, por supuesto, no fue castigada.

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