lunes, 30 de noviembre de 2009

El culto al toro

El toro es un animal de cuyo culto encontramos vestigios en toda la cuenca del mediterráneo, en variadas formas. Hay varias referencias en la mitología y en la literatura, y también algunos documentos materiales, comenzando desde los juegos funerarios con toros que se celebraban en la civilización minoica hasta variadas estatuillas encontradas en el sur de la Península Ibérica, pasando por el Minotauro griego y el culto a Mitra practicado en Roma, y el dios toro Apis de los egipcios. Se consideraba un símbolo lunar debido a sus cuernos y también de masculinidad y fertilidad.

Encontramos las primeras pruebas de un posible culto al toro en las paredes de las cuevas del Paleolítico, normalmente asociado al buey. Algunas teorías defienden que esta asociación viene por ser el toro un animal masculino y el buey, un animal femenino, pero lo cierto es que están obsoletas. Estas representaciones nos ayudan también a comprobar que el toro ha sido un animal presente en la vida del hombre en toda Europa desde tiempos prehistóricos.

Adelantándonos más en el tiempo, llegamos a Oriente Próximo, a Mesopotamia, donde encontramos el culto al toro asociado a la fertilidad y la fecundidad. Poco a poco, su fuerza fertilizadora fue asimilada a varias divinidades, que aparecen en muchas representaciones en forma antropomorfa con cuernos de toro. De hecho, tanto en esta zona como en Egipto, muchos gobernantes llevaban en título de "Toro Poderoso". Estos rasgos fueron heredados por los acadios, cuyo dios principal, Marduk, era llamado "Toro Joven del Sol". Los asirios, por último, nos dejaron las maravillosas esculturas de los lamassu, toros alados que se consideraban genios protectores que alejaban a los malos espíritus.

Crucemos el Mediterráneo y lleguemos a Egipto, donde vamos a encontrarnos con el dios toro Apis y con faraones que se ceñían la cintura con rabos de toro para simbolizar la fuerza masculina. El culto a toro en esta zona se atestigua desde el V milenio a. C. Respecto al dios toro Apis, debo especificar que en realidad, no es que fuera una divinidad, sino un toro que simbolizaba a Ptah, dios creador. Cuando era sacrificado, se asimilaba entonces al dios Osiris. Este toro era buscado por todo Egipto y tenía que poseer unas características especiales: debía ser negro, con una mancha blanca en forma de luna en la frente. Más tarde y tras el paso de Alejandro Magno por el país, el toro Apis pasó a ser adorado como Serapis.

Ya en Micenas y en Creta, podemos encontrar representaciones de toros en frescos y en decoraciones de vasijas que nos muestran la práctica de la taurocatapsia, consistente en saltar al toro por encima cogiéndole por los cuernos. Se cree que estos juegos tenían un trasfondo religioso relacionado con el sacrificio del animal, aunque también hay autores que piensan que se trataba simplemente de entretenimiento. En cuanto al culto, sólo se ha hallado una estatuilla antropomorfa con cabeza de toro, con lo cual es difícil asegurar que existiera un dios toro, lo que no quiere decir que el toro en sí no fuera considerado un animal sagrado, símbolo de fecundidad.

En Grecia encontramos además el famoso mito del Minotauro, ser monstruoso con cuerpo de hombre y cabeza de toro, producto de la unión entre Pasífae, esposa del rey Minos, y un toro, causada por una venganza de Poseidón. El Minotauro fue encerrado entonces en un laberinto y anualmente se le ofrecían sacrificios de carne humana hasta que Teseo, con ayuda de Ariadna y su famoso hilo, logró derrotarlo y salvar a las que iban a ser las víctimas de esa ocasión.

En Roma la representación más importante respecto al toro está en el culto a Mitra. Según el mito, Mitra venció a un toro y lo sacrificó y este ritual fue representado por sus seguidores. En estos ritos estaba prohibida la presencia de mujeres y es curioso que algunas fórmulas se dijeran en persa, lo que atestigua el origen de este culto en Irán. Se utilizaba el bautismo de los fieles con la sangre del toro sacrificado.

Todas estas prácticas fueron quedando olvidadas con el avance del cristianismo y la prohibición a finales del siglo IV d.C. de los cultos paganos. Actualmente, acercándonos a museos y a los libros de Historia, podemos atestiguar un culto al toro que si bien implicaba sacrificio y derramamiento de sangre, nunca se convirtió en un espectáculo de crueldad y sufrimiento.

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viernes, 27 de noviembre de 2009

Pactos de sangre

La sangre constituye una de las posesiones del hombre más valoradas a lo largo de la Historia. Ha sido transmisora de linajes, motivo de guerras, dadora de vida, excusa para mil y un cambios que se han producido a lo largo de la historia de la humanidad. Y cómo no, la sangre ha servido como muestra del honor a la hora de realizar un pacto, como símbolo de la entrega de la vida en una promesa y garantía del cumplimiento del más mínimo juramento. En las civilizaciones antiguas, nada había más importante que la sangre, pues contenía la vida. Diversos rituales de iniciación y de pactos con los dioses exigían el derramamiento del líquido rojo tan preciado.

Quizá el ejemplo que primero se nos viene a la mente es el escenario de la conjura de Catilina, quien intentó dar un golpe de Estado a la República Romana (según Cicerón). Se dice que en el ritual de conjuración que se celebró, todos los implicados realizaron un pacto en el que se bebió sangre humana producto de un sacrificio, aunque proveniendo este dato de Cayo Salustio Crispo, quien se dedicó a desprestigiarlo, seguramente se trate de una exageración o incluso una invención. En cualquier caso, esto no hace que el dato deje de ser llamativo, puesto que lo que escandalizó fue el hecho del sacrificio humano, no que se bebiera la sangre para pactar.

Tácito nos cuenta en sus Annales que Radamisto y Mitridates unieron las heridas de sus pulgares para hermanarse y sellar así una alianza militar. El texto aparece en el libro XII de dicha obra y es como sigue:


"Luego le lleva a un bosque sagrado cerca de allí, diciendo que tenía en él preparado el sacrificio para autenticar la paz con testimonio de los dioses. Usan aquellos reyes cuando hacen sus confederaciones asirse de las manos derechas, entremezclando los dedos unos con otros, y juntando los pulgares se los atan estrechamente, hasta que, recogida en las puntas la sangre, con un ligero corte se sacan algunas gotas de ella, y se la lamen el uno al otro. Esta suerte de confederación y amistad se tiene por la más sacramental y estrecha, al fin, como consagrada con la propia sangre."

También hay que decir que inmediatamente después, Radamistos traicionó a su tío Mitrídates...

Sin ir más lejos y acudiendo a las fuentes del Cristianismo, Jesús ofreció su sangre en forma de vino a sus apóstoles en una suerte de pacto y como muestra de fidelidad, y es un acto que lleva dos milenios repitiéndose en todas las iglesias cristianas del mundo como conmemoración a un hecho tan importante. En la Biblia hallamos bastantes menciones al pacto de sangre, como en Heb.9:19,20, cita en la que podemos leer lo siguiente:

"Porque habiendo declarado Moisés todos los mandamientos según la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos junto con agua lana e hisopo, y roció al libro mismo y también a todo el pueblo,""diciendo: Esta es la sangre del pacto, el cual Dios os ha ordenado"

Y como estos, otros ejemplos pueden ser encontrados a lo largo de las fuentes de no sólo la Historia Antigua. Lástima que esta comprensión de la sacralidad de la sangre se haya ido transformando en una excusa para menospreciar a ciertos colectivos a los que algunos se siguen empeñando en considerar "impuros". El hombre, como siempre, complica las cosas y las usa para su propio beneficio, especialmente si le sirven para quedar por encima de los demás...

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domingo, 22 de noviembre de 2009

Las Musas

Todos hemos clamado alguna vez a las Musas en busca de inspiración para llevar a cabo cualquier acto mínimamente artístico, pero, ¿sabemos realmente quiénes fueron? En este artículo voy a tratar de desvelar quiénes fueron estas divinidades menores y de qué manera se las rendía culto.

Se dice que las Musas son hijas de Mnemósine y Zeus, aunque otras tradiciones afirman que son las hijas de Harmonía o de Urano y Gea. Pausanias, sin embargo, dice que existieron dos generaciones: una nacida de cada pareja anteriormente mencionada. Presiden el pensamiento en todas sus manifestaciones, y más allá de ser las cantoras que deleitan a los dioses en el Olimpo, rigen la elocuencia, la persuasión, la sabiduría, la Historia, las Matemáticas, la Astronomía... Hesíodo va más allá y habla de ellas como las inspiradoras de las palabras de los reyes para crear la armonía y la paz entre los súbditos y las responsables de los cantos que apaciguan y tranquilizan a los inquietos. Se dice que el primer canto de las Musas fue el que entonaron para celebrar la victoria de los Olímpicos sobre los Titanes, celebrando la llegada de un nuevo orden.

Al principio se las adoraba como divinidades que estaban cerca de las fuentes y según la zona, sus nombres variaban. Finalmente, la tradición de Beocia fue extendiéndose desde el monte Olimpo por toda Grecia hasta llegar a nuestros días como lo que actualmente conocemos por las Nueve Musas. Ya Homero habla de las Musas, aunque nunca menciona ni su número ni sus nombres; tendremos que esperar a Hesíodo para que nos proporcione esta información, que es la que perduró:

* Calíope (Καλλιόπη, ‘la de bello rostro’);
* Clío (Κλειώ, ‘la que celebra’);
* Erato (Ἐρατώ, ‘amorosa’);
* Euterpe (Ευτέρπη, ‘deleite’);
* Melpómene (Μελπομένη, ‘cantar’);
* Polimnia (Πολυμνία, ‘muchos himnos’);
* Talía (θάλλεω, ‘florecer’);
* Terpsícore (Τερψιχόρη, ‘deleite de la danza’);
* Urania (Ουρανία, ‘celestial’).

A pesar de que en muchos lugares cada Musa aparece asociada a un arte en particular, lo cierto es que esto fue un añadido posterior.

En cuanto a su aparición en mitos, las vemos en los relatos de Homero cantando en el funeral de Patroclo o acompañando con su música en los banquetes de los dioses. Se las solía asociar con Dioniso, ya que se las adoraba en el monte Helicón, y se decía que inspiraban a los poetas contándoles los hechos que tenían que relatar y ayudándoles a hacerlo con elegancia.

Como diosas del canto, estaban asociadas a Apolo ya desde tiempos homéricos y posteriormente se dijo que él era quien las dirigía cuando cantaban. Esta relación Apolo lleva consigo también el don de la profecía.
A pesar de todo, las Musas no tienen un ciclo propio, aunque sí tienen algunos papeles menores en mitos importantes. Fueron el jurado en la competición entre Marsias y Apolo, convirtieron en urracas a las hijas del rey Píero por atreverse a competir con ellas, enterraron a Orfeo, les arrebataron las plumas de las alas a las Sirenas de nuevo por una competición...

Respecto al culto a las Musas, lo encontramos en Tracia y Pieria, antes que en el monte Olimpo, donde fue trasladado con posterioridad, para pasar finalmente a Beocia. Los primeros sacrificios a las Musas se documentan en el monte Helicón, donde había un santuario con una fuente, y una gruta sobre la misma. Se dice que allí se celebraba también un festival dedicado a ellas, las Museia. También el monte Parnaso con su fuente Castalia estaba dedicado a ellas.

Desde estos momentos, se extendió el culto a Atenas, donde existió un templo para las Musas; a Esparta, donde se les ofrecían sacrificios antes de ir a la batalla; en Corinto, etc... No hay que entender que eran sacrificios de sangre, en realidad se trataba de libaciones de agua, leche o miel.

Actualmente, las Musas han quedado como elemento de invocación a la inspiración para poetas y cualquiera que se dedique a las artes, aunque no hemos de olvidar que en tiempos pretéritos, los poetas y escritores realmente invocaban a las Musas llenos de fe, y atribuían los méritos de su trabajo a ellas.

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martes, 17 de noviembre de 2009

La Batalla de las Termópilas

Una vez más, me dispongo a coger una película de éxito con trasfondo histórico para poder contar la verdadera historia que hay detrás de un guión cinematográfico, en este caso, me refiero a la película "300". He de decir a favor de esta película que no tiene ninguna pretensión de fidelidad histórica y que además, es una versión hecha a partir de un cómic, con lo cual son comprensibles las licencias que se toman. Aún así, es bastante fiel a los hechos reales.

La Batalla de las Termópilas forma parte del entramado bélico que supuso la Segunda Guerra Médica entre una unión de ciudades griegas lideradas por Esparta y el Imperio Persa de Jerjes I en el años 480 a.C. La batalla en sí duró tres días aunque la operación completa de bloqueo al ejército persa que quería invadir Grecia se alargó durante siete días, ya que Jerjes estuvo cuatro días esperando a que los griegos se retirasen ante la visión de su enorme contingente de tropas. Un ejército de 7000 griegos se puso en marcha a finales de verano para enfrentarse a los 200.000 hombres de Jerjes (aunque se duda acerca de si todo el ejército estuvo presente en las Termópilas), mientras de forma paralela se llevaba a cabo la Batalla de Artemisio, en la que se trató de bloquear el paso por mar de los persas.

La fuente principal para esta batalla es Herodoto, quien se preocupó de buscar los orígenes y el desarrollo del conflicto de las Guerras Médicas más allá de los dioses y de otros motivos divinos. Otro escritor que relató estos hechos fue Diodoro Sículo, quien a su vez siguió los trabajos de Éforo de Cime. Esquilo y Plutarco también hacen alguna mención en sus obras.

Los dos primeros días de batalla, Leónidas se encargó de comandar una pequeña fuerza que se mantuvo en el paso (un desfiladero de 12 metros de ancho), luchando contra los persas y bloqueándoles el camino a Persia. Tras el segundo día, los griegos fueron traicionados por Efialtes, quien indicó al ejército persa un pequeño paso por el que poder acceder a Grecia. Leónidas supo entonces que las líneas griegas serían superadas, así que despidió a todo su ejército quedándose tan sólo con 300 espartanos (los hippeis, la guardia real), 700 tespios, 400 tebanos y algunos soldados más, quienes murieron en la batalla. Los persas lograron así entrar en Grecia y llegaron a tomar Atenas.

La táctica a usar por los soldados griegos sería seguramente la de la falange estándar, según la cual los hombres formaban un muro con los escudos entre los que asomaban las puntas de lanza, colocándose hombro con hombro. Lo bueno de usar esta táctica era que, debido a la estrechez del paso, no podían alienarse demasiados hombres a la vez así que podían ir rotando, permaneciendo frescos continuamente ante los ataques persas. Ante esto, Jerjes decidió enviar a los Inmortales, su cuerpo de élite, pero no tuvieron mucho más exito. Al día siguiente, Jerjes volvió a intentar el asalto sin ningún éxito, pero fue entonces cuando llegó la traición de Efialtes. Los focidios, que eran los encargados de defender ese paso montañoso, no pudieron hacer frente a los persas y la noticia llegó a Leónidas al amanecer del tercer día. Es entonces cuando decidió que la mayor parte del contingente griego se retirase mientras él, junto con sus 300 espartanos y otras agrupaciones, permanecerían en el paso.

Quizá extrañe el hecho de que Leónidas aceptase que iban a ser derrotados pero hay que tener en cuenta que ese mismo año se había consultado el Oráculo de Delfos, el cual había profetizado que, o bien los persas invadirían Esparta, o que moriría un rey descendiente de Heracles. Aparte, Leónidas era realista y en vista de la inferioridad númerica y de la existencia de otro paso que cruzaba las montañas, sabía que no sobrevivirían. Según Heródoto, es el motivo porque escogió sólo a hombres con hijos vivos.
Hay varias anécdotas en la obra de Herodoto, como aquella según la cual, cuando los espartanos escucharon que los persas ocultaban la luz del sol con sus flechas, un soldado llamado Dienekes se alegró diciendo que así no tendrían que luchar bajo el sol. Otra envuelve a Leónidas, pues cuando un emisario persa acudió a él para negociar y le pidió que entregase las armas, él respondió: "Ven y cógelas". Obviamente al fracasar las negociaciones, el ejército persa fue a por todas.
La batalla de las Termópilas y sus protagonistas han sido tomados como ejemplo de la unidad que el patriotismo, la defensa del territorio y el honor pueden ejercer en un grupo pequeño de soldados. También han sido tomados como ejemplo de valentía frente a la adversidad y desde el punto de vista técnico, se aprecia también el modo en el que se supieron aprovechar las dificultades del terreno y el desnivel entre un ejército y otro.

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viernes, 13 de noviembre de 2009

Culto a los ancestros en Roma

En la Antigua Roma se veneraba a los espíritus del hogar y a los ancestros, de forma paralela a los dioses que todos más o menos conocemos. Para este fin, existía en el atrium un altar sagrado en el que siempre debía arder una llama dedicada a Vesta, diosa del hogar, y junto al que se colocaban pequeñas figuras de cera o de barro que simbolizaban a los familiares ya fallecidos, los llamados manes. Aparte, existían los lares, que eran los espíritus del hogar encargados de asegurar la salud de los miembros de la casa y de mantener la concordia entre ellos; y los penates, los guardianes de la despensa a quienes se les dejaba una ofrenda diaria y que posteriormente serían guardianes de toda la casa.

El pater familiae era el encargado de llevar a cabo estos ritos, que consistían principalmente en ofrendas de frutas y libaciones. Además, cuando se celebraba algún ritual como un casamiento o un entierro, tenía que llevar las figuritas de los manes para que también estuvieran presentes.

Al margen del culto doméstico, existía también el culto funerario en cuanto a las tumbas y enterramientos de los familiares, que se solían hacer al borde de los caminos por la creencia de que a los espíritus les gustaba ver a sus familiares y estar cerca de ellos, no aislados en cementerios. Se les enterraba con aquellos objetos que les hubiera representado en vida y a menudo se les dejaban ofrendas de comida y bebida para que estuvieran alimentados. Parece ser que incluso en algunas tumbas se practicaban agujeros para echar el vino dentro y que llegara al difunto. Se escogía el vino porque era lo más parecido a la sangre, que era lo que preferían los muertos, no obstante, en ocasiones se realizaban pequeños sacrificios animales para satisfacerlos también en este sentido.

Aún así, se sabía que la existencia de los muertos no era feliz del todo, por lo que las tumbas se decoraban con flores o incluso se rodeaban de pequeños jardines. En el aniversario de la muerte, la familia celebraba un gran banquete lo más cerca posible de la tumba, o en su defecto, en el interior del hogar junto al altar doméstico, pues así los espíritus podían participar en los festejos.

Otras ocasiones en las que se dedicaba una atención especial a los difuntos era durante las fiestas Parentalia del 21 de febrero y durante el mes de mayo. Las Parentalia eran unas fiestas en honor de los difuntos que comenzaban el 13 de febrero y duraban 8 días. Se consideraban días funestos y no se celebraban bodas en estas fechas. Cuenta Ovidio que se celebran en esas fechas porque hubo un descuido generalizado a los muertos y las almas de éstos salieron de sus tumbas llenando todo con sus lamentos hasta que se les volvió a hacer caso. Estas fiestas terminaban el día 21 con las Feralia, en las que una vieja ofrecía a Tácita, diosa del silencio, un sacrificio con connotaciones mágicas. El día 22 continuaba con las fiestas de las Caristías, en los que los miembros de la familia honraban a los lares y les agradecían el seguir vivos.

Respecto al mes de mayo, se creía que los días 9, 11 y 13, las Lemuria, aparecían los fantasmas de los muertos insatisfechos, por lo que el padre de familia tenía que recorrer la casa en esas noches diciendo conjuros para ahuyentarlos y golpeando el suelo con un objeto de bronce, al tiempo que arrojaba a sus espaldas puñados de habas negras.

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lunes, 9 de noviembre de 2009

La lengua acadia

El acadio es la lengua hablada por asirios y babilonios durante el milenio III a.C. Pertenece a la familia de las lenguas semíticas y deriva del sumerio. Se diferencia de otras lenguas semíticas en el orden de las palabras dentro de la frase, más cercano al sumerio que a otras lenguas del noroeste. Se forma con escritura cuneiforme y toma su nombre de la ciudad de Akad. Su desarrollo e importancia fue aumentando hasta que se convirtió en lengua diplomática de toda la zona en la época de Sargón I y el esplendor del Imperio Acadio. Fue la sustituta del sumerio en textos legales y religiosos. Los reyes egipcios llegaron a usar la lengua acadia para comunicarse con los hititas y también en sus relaciones con Siria.

La novedad del acadio respecto al sumerio reside en que supone la introducción de un sistema silábico completo, pasando los ideogramas a utilizarse para palabras de uso común como "Dios" o "templo". También se mantienen para los nombres de los distintos dioses. Otra particularidad es que hay signos silábicos que no tiene un valor fonético demasiado claro, de manera que varios signos pueden usarse para referirse al mismo sonido.

El acadio permaneció hasta finales del III milenio a.C, cuando fue reemplazado por el babilonio y el asirio, que algunos consideran dialectos. A pesar de todo, en época de Alejandro Magno, en el siglo IV, aún aparecen text
os escrtos en esta lengua aunque se cree que ya no se usaría en su forma hablada. Existen algunos estudios que dividen las etapas del acadio según su origen y época, pero en mi opinión es demasiado exhaustiva y seguramente matizable, por lo que no voy a detallarlas aquí.

El danés Carsten Niebuhr redescubrió el acadio a mediados del siglo XVIII, recopilando algunos documentos y presentándolos en Dinamarca. Al igual que sucedió en el estudio de otras lenguas muertas, la utilización de textos políglotas en los que el acadio aparecía junto con el persa antiguo, fueron extremadamente útiles a la hora de descifrar esta lengua. Comenzaron presentándose algunos nombres propios de reyes hasta
que ya en el siglo XIX Henry Rawlinson logra descifrar por completo la lengua.

Algunos documentos importantes escritos en lengua acadia son el código de Hammurabi y el poema de Gilgamesh, que aunque fue escrito originariamente en sumerio, la versión actual y conocida procede de un texto acadio del siglo XIII a.C.

Ejemplo de escritura acadia:


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miércoles, 4 de noviembre de 2009

El mundo de los muertos en la Antigua Grecia: Hades

Aprovechando estos pasados días de culto a los difuntos y en los que los floristas han hecho negocio, quisiera exponer un breve resumen de cómo se veía el mundo de los muertos en la Antigua Grecia, el reino subterráneo conocido como el Hades, regido por la divinidad del mismo nombre. El nombre originario se refería al dios (δης Hadēs, originalmente Ἅιδης Haidēs o Ἀΐδης Aïdēs, de origen incierto, aunque se suele asociar con ἀ (privativa) + ἰδεῖν (‘ver’), es decir, ‘el que no ve’ o ‘el invisible’), pero poco a poco y con el uso fue pasando a ser utilizada también para designar al lugar en el que Hades habitaba. También se le llamaba Plutón (Πλούτων Ploutōn, del verbo πλουτέω, ‘enriquecerse’, ya que poseía todos los minerales y joyas preciosas del subsuelo), y en la mitología romana se le llamó Orcus o Dis Pater. En la mitología etrusca se le identifica con Aita.



El Hades se dividía en varias zonas, aunque los expertos no se ponen de acuerdo en su número y su función. Sólo se conocen con seguridad los Campos Elíseos, donde se pasaba una vida llena de placeres eternos, y el Tártaro, donde se inflingían los peores castigos a aquellos que lo merecían.

Para llegar al Hades, había que atravesar el río Aqueronte. Cuando el muerto llegaba a la orilla, era recibido por el barquero Caronte, quien le llevaría hasta la entrada del Hades siempre que le pagase con una moneda que los familiares y amigos del difunto tenían que colocarle bajo la lengua. Aquellos que morían y no recibían este ceremonial, estaban condenados a permanecer en la otra orilla para siempre.

Tras atravesar el río, eran recibidos por Cerbero, el perro de tres cabezas que guardaba la entrada, y pasaban al lugar en la que los muertos serían juzgados por Minos, Radamantis y Éaco. Éstos se encontraban en la encrucijada de tres caminos, en un trivium dedicado a Hécate, y decidían si las almas irían al Tártaro si eran indignas o a los Campos Elíseos, con los heroicos y los benditos. Los que no se podían catalogar en ninguno de los dos grupos iban a la llanura de Asfódelos.

El dios Hades era hijo de Crono y Rea, y por lo tanto, hermano de Hestia, Démeter, Hera, Poseidón y Zeus, formando parte así de los dioses olímpicos. Hades tomó parte en la Titanomaquia que se produjo entre estos dioses y los Titanes y recibió un regalo de los Cíclopes, un casco que le proporcionaba la invisibilidad (de ahí el sobrenombre de "el invisible"). Con este objeto, pudo infiltrarse en el campamento de los Titanes y destruir sus armas. Tras la victoria de los jóvenes dioses, Hades se quedó con el mundo subterráneo, entendiendo por ello no sólo el reino de los muertos sino también todo lo que quede bajo la tierra.

La esposa de Hades era Perséfone, la hija de su hermana Démeter, a la cual secuestro y se llevó consigo a su reino. Debido a la tristeza de Démeter, la tierra se volvió yerma e infértil, por lo que los dos hermanos llegaron a un acuerdo repartiéndose la custodia de Perséfone y dando así explicación a la sucesión de las cuatro estaciones sobre la tierra. Mediante este mito, además, se vinculaba el reino de los muertos con los misterios eleusinos.

Hades era un dios al que se solía temer, a pesar de que ni era malvado ni era realmente una personificación de la muerte misma, que encontramos en la figura de Tánatos. Sí que se mostraba cruel y despiadado, pero siempre era justo en sus designios y le ponía de mal humor que sus súbditos abandonasen su reino o que los vivos quisieran entrar en él. La sola mención de su nombre hacía que mucha gente se espantase, por eso se solían utilizar eufemismos como los indicados al principio del artículo.

El culto a Hades se basaba en el sacrificio de animales negros y en ocasiones, se cree que también requirió sacrificios humanos. Se dejaba que la sangre se escurriera por un pozo para que le llegara y se daban golpes en el suelo para asegurarse de que había escuchado las palabras de aquellos que acudían a él; todo este ritual se hacía apartando la cara para que Hades no la viera. En el canto XI de la Odisea encontramos un ritual que Ulises prepara para poder comunicarse con las almas de los muertos:


"Allí Perimedes y Euríloco sostu­vieron las víctimas y yo saqué la aguda espada de junto a mi muslo e hice una fosa como de un codo por uno y otro lado. Y alrededor de ella derramaba las libaciones para todos los di­funtos, primero con leche y miel, después con delicioso vino y, en tercer lugar, con agua. Y esparcí por encima blanca harina.


Y hacía abundantes súplicas a las inertes cabezas de los muertos, jurando que, al volver a Itaca, sacrificaría en mi pala­cio una vaca que no hubiera parido, la que fuera la mejor, y que llenaría una pira de obsequios y que, aparte de esto, sacrifi­caría a sólo Tiresias una oveja negra por completo, la que so­bresaliera entre nuestros rebaños.

Luego que hube suplicado al linaje de los difuntos con pro­mesas y súplicas, yugulé los ganados que había llevado junto a la fosa y fluía su negra sangre. [...]

A continuación di órdenes a mis compañeros, apremiándo­los a que desollaran y asaran las víctimas que yacían en el suelo atravesadas por el cruel bronce, y que hicieran súplicas a los dioses, al tremendo Hades y a la terrible Perséfone. Entonces saqué la aguda espada de junto a mi muslo, me senté y no deja­ba que las inertes cabezas de los muertos se acercaran a la san­gre antes de que hubiera preguntado a Tiresias"

Hades no es una divinidad que podamos encontrar en muchos mitos, principalmente debido a que no solía abandonar su reino ni relacionarse con otros dioses o humanos, es por ello que es uno de los olímpicos menos conocidos y quizá de los que resultan más inadvertidos, a pesar de que su función era igual de importante que las del resto de dioses, ya que de él dependía el equilibrio entre vivos y muertos.


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